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miércoles, 20 de abril de 2011

el origen de la agricultura


 

El paraíso era entonces ese lugar poblado de grandes y abundantes animales que proveían de alimento a pequeños grupos de cazadores-recolectores. Probablemente al principio comieron carne animal como carroñeros, pero hace unos 30.000 años, tuvieron afinada la técnica y los instrumentos suficientes como para cazar por su propia cuenta a pequeños y grandes animales. Pero sobrevino una corriente cálida (hace unos 13000 años) que puso fin una edad glaciar haciendo menguar las praderas del planeta entero y por otro lado, crecer los bosques y disminuir grandemente la cantidad de grandes animales. Es posible demostrar la influencia del hombre en la disminución y a veces extinción de los grandes herbívoros al observar que ancestros de elefantes y rinocerontes sobrevivieron con anterioridad a varios períodos cálidos. En Mesoamérica la extinción de los grandes animales fue prácticamente total (32 grandes especies de animales se extinguieron hace unos 9000 años), en Sudamérica sobrevivieron las llamas, los guanacos y las vicuñas, y sólo en Europa y Asia aprendieron a domesticar varios herbívoros previniendo entonces su extinción. La domesticación de animales fue “el más importante proceso de conservación de todos los tiempos” (p31).
En Mesoamérica se produjo el fenómeno de intensificación-agotamiento, en la que los cazadores-recolectores mejoraban cada vez más sus técnicas a medida que la extinción de animales iba aumentando. Se agotó en tal extremo el agotamiento de proteína animal que la carne llegó a ser un lujo en el antiguo Méjico. Tanto en América como en Europa o en Asia se pasó al período mesolítico, caracterizado por un marcado viraje hacia la alimentación de “amplio espectro”: mariscos, peces, bellotas, legumbres, maíz, trigo, cebada. Pero la evolución cultural en el viejo y el nuevo mundo fueron distintas; y fueron distintas por la evolución natural de sus medioambientes, influidos estos por ellos mismos. En el viejo mundo las aldeas se formaron mucho antes de la domesticación de las plantas, mientras que en el nuevo mundo ocurrió lo contrario. Las primeras aldeas del viejo mundo se formaron al agruparse junto a grandes extensiones de cebada o trigo salvajes: construyeron grandes graneros; cosechando granos durante tres semanas se proveían de alimento para el resto de año. Así mismo construyeron hoyos de almacenamiento, hornos, amoladoras, haciendo difícil abandonar sus pertenencias y decidiéndolos a asentarse. ¿Porqué se asentaron tan tardíamente los pobladores de Mesoamérica? Por las diferencias entre las especies animales. En el viejo mundo se lograron conservar algunos herbívoros que encajaban bien con la producción de granos puesto que consumían el rastrojo e incluso eran atraídos por las grandes plantaciones. Pero en Mesoamérica, sencillamente, no quedaron sobrevivientes de los grandes herbívoros; los únicos animales que lograron domesticar fueron el perro y el pavo, ninguno de ellos rastrojero. En Mesoamérica se asentaron definitivamente sólo cuando incluso los animales más pequeños se volvieron escasos. En la Sudamérica andina semidomesticaron la llama, las alpacas y los conejillos de indias, que fueron durante mucho tiempo una importante fuente de proteína animal, pero al parecer su reproducción en cautiverio parece difícil, imposible en el caso de la vicuña debido a su comportamiento sexual y de cortejo. Los asentamientos de quinua no parecen haber sido lo suficientemente abundantes como para instalarse definitivamente con los rebaños. La llama y la alpaca son incapaces de tracción, por lo que a pesar de fabricar ruedas (como juguetes o para la alfarería), no desarrollaron su uso mecánico (poleas…) quedando atrasados en el desarrollo tecnológico. En el viejo mundo el desarrollo agrícola y el sedentarismo tuvieron como consecuencia inmediata un aumento sostenido de la población. El cambio en la dieta aumentó la fertilidad de las mujeres, que al mismo tiempo disponían de más tiempo y menos problemas para criar varios hijos a la vez (ya no tenían que salir a recolectar). Y el aumento poblacional ocasionó, tarde o temprano… guerras.
Los orígenes de la agricultura El descubrimiento por parte de los humanos de que otras especies podían ser domesticadas y utilizadas para su propio beneficio fue el paso más crucial hacia la civilización moderna. El retroceso del hielo en el oeste de Asia y Oriente Próximo había dado paso a vastísimas expansiones de pastos, en las cuales abundaban sobre todo variedades comestibles de trigo almidonero y escauda.
Tales pastizales atrajeron a multitud de mamíferos de pastoreo, como cabras, gacelas, reses y caballos, animales que la población humana supo aprovechar. Ya en el año 10000 a. C., los pobladores de esta zona de la orilla este del Mediterráneo comenzaron a domesticar animales y a sembrar cereales de forma selectiva. Empezaron a reunir rebaños de cabras y ovejas, de las cuales no solo obtenían carne, sino también lana y leche; a ellas siguió la cría de cerdos y vacas.
Luego vino el cultivo de cosechas como judías, lentejas y guisantes, cuyo éxito amplió la siembra. Hacia el año 4000 a. C., la agricultura había sustituido a la caza como fuente principal de alimento en todo el mundo, salvo en las islas del Pacífico y en la tundra del Ártico. Puesto que la agricultura ofrecía provisiones seguras de alimento en una zona, los humanos pudieron prescindir de emigrar de región en región y, al asentarse en un lugar, pudieron construir comunidades más extensas y sólidas.
El cultivo de plantas:
Distintas partes del mundo se beneficiaron del cultivo de alimentos básicos. En Oriente Próximo, el llamado Creciente Fértil, los principales cereales eran el trigo y la cebada. Descendiente de la escanda silvestre, el trigo se cultivó de forma selectiva para que sus espigas estuvieran sustentadas por tallos más fuertes y sus semillas adquirieran un mayor tamaño.
Aquellas cosechas de grano se molían para obtener harina, que la destinarse a varios usos culinarios, de los que el principal era la elaboración del pan, también se cosecharon frutas como higos, olivas dátiles. En los confines orientales de Asia y en China ,los cereales básicos eran el mijo y el arroz, e crecían particularmente bien en suelos arados. En América del Sur y Central se cultivó para producir variedades más grandes vigorosas, así como calabazas, patatas y tomates.
La domesticación de animales:
En todo el mundo, el ser humano empezó a cuidar de los animales con múltiples fines, además de por su carne. Las vacas, cabras y ovejas resultaban útiles por su leche; las ovejas, las llamas y las alpacas proporcionaban lana, y las vacas y los bueyes proporcionaban pieles. En Oriente Próximo, los hombres venían usando perros para cazar desde el año 11000 a. C., y posteriormente utilizaron otros animales para aumentar la productividad. Se emplearon vacas y asnos para tirar de arados y carros, y camellos y yaks para transportar pesadas cargas.

El caballo se convirtió en un medio de transporte. En América, la domesticación de los animales no se prodigó tanto como en otras zonas del mundo, sobre todo debido a que los animales existentes allí tendían a ser más difíciles de controlar y la caza siguió siendo un ejercicio más provechoso que la ganadería.
Los seres humanos llevaban una vida nómada. Mientras la caza constituyó la fuente principal de alimento, hubieron de estar dispuestos a seguir las manadas migratorias. Aun en el caso de que vivieran de plantas y de animales no migratorios, una tribu establecida demasiado tiempo en un mismo lugar acabaría por agotar sus posibilidades alimentarias, y se vería obligada a trasladarse en busca de pastos frescos.
Incluso cuando los seres humanos se convirtieron en ganaderos, continuaron siendo nómadas, pues debían conducir sus rebaños de vez en cuando a los nuevos pastos impelidos por los cambios de estación o por el agotamiento de los recursos.
Sin embargo, hacia 8000 a. J.C., en la misma región donde se domesticó por vez primera a los animales, acaeció algo nuevo, que anunciaba un cambio de magnitud superior a cualquier otro desde que se empezó a usar el fuego.
Lo que sucedió fue que se ((domesticaron» las plantas. De algún modo, a los seres humanos se les ocurrió plantar deliberadamete semillas, aguardar a que crecieran, regarlas y esperar su maduración, al tiempo que procedían a la destrucción de las plantas competidoras. Luego, aquellos vegetales se recolectaban y se servian como alimento.
Era un trabajo tedioso y agotador, pero el resultado fue, sin duda, que así podía obtenerse gran cantidad de alimento, mucho más que cazando y recolectando, o incluso más que practicando la ganadería, pues la vida vegetal es más fecunda que la animal.
El advenimiento de la ganadería y la agricultura, en particular esta última, significó que un área determinada de tierra podía sustentar una población más numerosa que antes. Hubo menos hambrunas, sobrevivió un mayor número de niños, y la población se incrementó.
La agricultura dio comienzo en el norte del Irak, donde crecían el trigo y la cebada silvestres, y estos cereales fueron los primeros «domesticados». Los granos se molerían para obtener harina, la cual puede almacenarse durante meses sin echarse a perder, y se convierte, tras la cocción, en un sabroso y nutritivo pan.
Pese al incremento del suministro alimentario, los granjeros debieron de ser muy conscientes de su tarea, que equivalía a una forma de esclavitud que el recurso a los animales apenas mitigaba. El relato bíblico del jardín del Edén pudo deberse a unos agricultores que evocaban con nostalgia una especie de «edad dorada» en que los humanos cazaban y recolectaban libres y en relativa ociosidad, y se interrogaban sobre qué sucedió para que se vieran arrancados de semejante Elíseo, y se les forzara a ganar el pan con el sudor de su frente.
A los dos primeros hijos de Adán se les asignaban las funciones de pastor —Abel— y agricultor —Caín—. Los agricultores incrementaban su número antes que los ganaderos, y podemos imaginar muy bien que las superficies dedicadas al cultivo se extendían y se afianzaban, invadiendo espacios que previamente habían utilizado con toda libertad los pastores. (Lo mismo ocurrió en el Oeste norteamericano, cuando los granjeros se asentaban en un terreno y cercaban sus parcelas, para desconcierto de los cowboys nómadas.) No es, pues, de maravillar que la Biblia pinte a Caín como el matador de Abel.
Ante todo, la agricultura condenó a los seres humanos a una existencia sedentaria. Una vez establecida una explotación, ya no cabía el nomadismo. Los agricultores debían permanecer en su alquería, la cual estaba fijada en un lugar concreto.
Una vida sedentaria tiene sus riesgos. Mientras los seres humanos fueron cazadores y recolectores o, incluso, pastores, el peligro podía ser evitado. Si una tribu hambrienta merodeaba por los alrededores, con el propósito de apoderarse del alimento que pudiera encontrar, la tribu que la había precedido podía huir, si consideraba que luchar resultaba demasiado peligroso.
En cambio, los agricultores no podían huir, al menos sin abandonar sus granjas y ver malogrado el trabajo de toda una vida, y verse ellos mismos condenados a la inanición. Cuando la población hubo crecido gracias a la agricultura, acabó por no poder hallar suficiente alimento para sustentarse, salvo continuando con las labores agrícolas, lo que equivalía a emprender un camino sin retorno posible.
Así pues, los agricultores se vieron obligados a prepararse para luchar a toda costa, y se reunieron a fin de prestarse protección mutua. Encontrarían un lugar apropiado en una elevación del terreno (desde la cual podían arrojar con facilidad proyectiles hacia abajo, mientras que el enemigo tendría que dirigirlos hacia arriba, con lo que perderían parte de su efecto) con suministro de agua asegu rado (se puede permanecer sin alimento cierto tiempo, pero no sin agua). Allí construirían sus casas y rodearían éstas con una muralla protectora. El resultado seria una ciudad, y sus habitantes serian, pues, ciudadanos.
En el norte del Irak, por ejemplo, cerca del lugar donde se iniciaron la ganadería y la agricultura, quedan restos de una ciudad antiquísima, fundada tal vez en el 8000 a. J.C., en el lugar llamado Jarmo. Se trata de una colina baja, en la que a partir de 1948 el arqueólogo norteamericano Robert J. Braidwood comenzó a excavar cuidadosamente. Encontró restos de casas de delgadas paredes hechás de barro apisonado, y divididas en pequeñas habitaciones. La ciudad debió de albergar entre cien y trescientas personas, pero otras ciudades no tardaron en incrementar su tamaño.
La agricultura permitió a quienes se ocupaban en esta actividad producir más alimento del que precisaban sus familias. Esto significó que las gentes podían dedicarse a otras tareas aparte cultivar la tierra —por ejemplo, a la artesanía o el arte— y comerciar con sus productos a cambio de algo del excedente de otro agricultor. Por vez primera, los seres humanos hallaron tiempo para pensar en algo que no fuera la próxima comida. Por añadidura, la estrecha convivencia urbana facilitó los intercambios, y las innovaciones e ideas de uno podían ser transmitidas rápidamente a los demás.
Como resultado de ello, el advenimiento de la agricultura y de las ciudades significó asimismo el inicio de un nuevo y más complejo género de vida que llamamos civilización (de una palabra latina que significa ((habitante de la ciudad»). El área civilizada era pequeña al principio, pero fue extendiéndose hasta ocupar virtualmente, en nuestros días, el mundo entero.
El descubrimiento de la agricultura fue uno de los más grandes progresos del hombre andino. Se cree que la domesticación de plantas empezó aproximadamente en el 7,000 a.C. a raíz de la observación de los ciclos naturales de los recursos.
“La dieta del hombre durante este período se orienta poco a poco hacia la recolección y la experimentación agrícola, siendo la caza de tipo menor. La recolección genera transformaciones culturales de primera importancia: el ciclo de los recursos vegetales está más sometido a la estacionalidad que el de los animales; el hombre sólo puede cosechar en determinadas temporadas, pero puede seguir de manera permanente a las piezas”.[1]
Los hombres observaron que las plantas silvestres que ellos comían podían crecer nuevamente a partir de, por ejemplo, granos desparramados en las cercanías de sus refugios. Entonces seleccionaron algunas semillas y las sembraron en pequeños huertos (horticultura) a los que libraron de la maleza. Estos primeros huertos se ubicaban cerca de los ríos, para aprovechar la humedad del suelo. De tanto observar el desarrollo de las plantas, los conocimientos agrícolas se fueron perfeccionando, ya que se conocían las plagas, y los meses de siembra y de cosecha de cada planta, entre otras cosas. Entonces, los antiguos peruanos dejaron de depender de la naturaleza para obtener su sustento y se convirtieron en productores de alimentos.
La recolección indiferenciada fue dejándose de lado y se dio paso al cuidado selectivo de las plantas. Ya no se recogía todas las frutas, semillas o bayas, tampoco se dejaban las maltratadas o secas pues se dieron cuenta que si estas eran las únicas que dejaban, al año siguiente, todos los frutos serían de baja calidad. Por esta razón los hombres andinos y costeños empezaron a establecerse en sitios aledaños a sus tierras de cultivo. Es, por este motivo, que la práctica de la agricultura marca la característica fundamental del sedentarismo, puesto que entre siembra y cosecha debe transcurrir un lapso de tiempo, que el hombre aprovecharía para desarrollar otras actividades.
El estudio de la aparición de la agricultura no se hace tanto por la presencia de semillas encontradas, sino más bien en base a las manifestaciones indirectas de la práctica agrícola, principalmente el material de trituración como muelas planas y rodillos que servirán para moler el grano, igualmente, el palo para cavar la tierra, las laminillas denticuladas de sílex que fijadas a mangos de madera o hueso se utilizan a manera de hoz.
“La agricultura desarrollada presupone la invención y puesta en práctica de técnicas que, en primer lugar, están encaminadas a agudizar la observación inteligente de la naturaleza botánica para domesticar más y más plantas de importancia nutritiva. Las técnicas agrícolas aplicadas en el antiguo Perú fueron eficaces, y responden a las peculiaridades físicas de la naturaleza peruana (…)”.[2]
Entre uno de los aspectos destacables del Perú antiguo es la abundante presencia de material lítico o de piedra; siendo los perforadores, cuchillas, puntas y núcleos de sílex las herramientas e instrumentos más significativos. La forma de los percutores varía desde los del tipo ovoide, discoidal, elipsoidal, hasta los de forma irregular. Las huellas de percusión aparecen, regularmente, en los extremos. Las dimensiones de estos instrumentos van desde los 9 cm hasta los 3 cm (los más pequeños). La roca empleada es, generalmente, de gran dureza.
“La nueva forma de producción de alimentos, desde sus pasos iniciales marcará profunda huella en todo el ámbito cultural. Asegurando el sustento, se hará presente una inicial presión demográfica que conducirá, a su vez, a intensificar los cultivos”.[3]
Entre las primeras plantas que se domesticaron y cultivaron en el Perú se encuentran la coca, el ají, el pallar, la achira, el mate, el zapallo y el camote. Además de frutas como la lúcuma, la chirimoya y el guayabo. Se domesticaron también la papa el maíz, llegaron a convertirse en los dos cultivos más importantes en el antiguo Perú.
Códice Florentino. Cultivo del maíz por los mexica
Los cazadores errantes seguramente volvían a lugares en que ya habían estado. Probablemente, en alguno de esos regresos, notaron que las semillas que habían tirado en sus basureros a la entrada de las cuevas, o a un lado de sus campamentos, habían germinado y producido nuevas plantas.
Pero, pasaron varios siglos antes de que, intencionalmente, guardaran semillas para plantarlas después.

Imagen de los hombres descubriendo la agricultura

Dedicados ya a la agricultura inventaron el arado y el azadón de piedra y madera para aflojar la tierra.
En ciertas regiones utilizaron un palo puntiagudo, endurecido al fuego, para agujerear antes de sembrar.

Imagen de los hombres cultivando la tierra

Construyeron los primeros sistemas rudimentarios de riego, que fueron tan importantes como sus primeras casas.

Imagen de los sistemas rudimentarios de riego

Estudiaron los astros. Y descubrieron el cambio periódico de las estaciones y así empezaron a calcular las épocas más adecuadas para la siembra y la cosecha.

Imagen de un hombre observando las estrellas

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