Cavanilles y sus Observaciones, es un referente para todos los que rastreamos en el pasado de nuestra tierra, un maestro que nos dejó sabias enseñanzas. Recordemos sus palabras como un principio de honestidad literaria geográfica: “Hablaré de lo que he visto; pero quedará aun mucho que añadirán otros mas instruidos”. Es nuestra gran figura, como hombre de la Ilustración. Podemos sentirnos orgullosos de este antepasado, de su inmensa obra y sensibilidad. El primer excursionista de nuestra tierra. Su figura y su obra son una permanente e inagotable fuente de estudio y de reflexión.
RAFAEL CEBRIÁN, durante la entrevista de "Alicante Vivo"
Genio entre los Genios.
Así lo han calificado cientos de historiadores, naturalistas, montañeros, biólogos, botánicos y científicos a lo largo de los tiempos.
Sin embargo, hoy en día, muy pocos jóvenes (y no tan jóvenes) se acuerdan o han oído hablar de él.
El paso de los años, de nuevo, es un cruel amigo del olvido.
Antonio José Cavanilles fue un GENIO de su época.
Y GENIO en mayúsculas, ya que estudió nuestras montañas, animales, plantas, pueblos y gentes de una manera tan exacta y minuciosa que nadie lo ha podido (ni osado) igualar.
Sus trabajos, recogidos en una obra maestra titulada "Observaciones Sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reyno de Valencia" (de la que Alicante Vivo dispone una copia en edición fascimil, como libro de consulta casi diaria), representan un hito único en la historia de nuestra provincia.
Antonio José Cavanilles y Palop (nacido en Valencia el 16 de enero de 1745 y fallecido en Madrid el 5 de mayo de 1804) fue historiador, botánico, naturalista y geólogo.
Se ordenó sacerdote en Oviedo en 1772, cuando ser botánico y cura iba unido en la mayor parte de las ocasiones. Entregado a la docencia, marchó a París en 1777 para estudiar botánica con Antoine Laurent de Jussieu.
Un día, recibió "de órden del Rey" Carlos IV el encargo de "recorrer la España", justamente "para examinar los vegetales que en ella crecen".
Era la primavera de 1791.
Y Cavanilles, con buen acierto, exigió al monarca que le permitiera empezar por su propia tierra: el País Valenciano.
Durante muchos años, recorrió toda la Península Ibérica clasificando e inventariando la flora autóctona, y en el curso de tales investigaciones descubrió nuevas especies y elaboró un tratado en seis volúmenes, Icones et descriptiones plantarum quae aut sponte in Hispaniae crescunt, aut in hortis hospitantur (1791-1804); también investigó la flora sudamericana y compuso un Glosario de botánica en cuatro lenguas (1795-1798). Fundó y redactó la revista científica Anales de Historia Natural, que salió a la calle por vez primera en octubre de 1799.
Cavanilles fue su más fecundo redactor, con 48 artículos.
Cavanilles es el principal precursor nacional de las teorías modernas sobre el ordenado aprovechamiento de los recursos naturales y el desarrollo sostenible. Se dio cuenta, en su viaje por el reino de Valencia, que el cultivo del arroz quitaba el agua que necesitaba el cultivo intensivo de otros productos más necesarios. "El arroz siempre sediento, admite y malgasta caudales preciosos, que distribuidos de otro modo multiplicarían los productos". Por otro lado, demostró con estadísticas de mortalidad que el cultivo del arroz perjudicaba gravemente a la salud. En el término municipal de Almenara señaló que con el aumento de los arrozales casi todos los vecinos enfermaron y aumentó la mortalidad en el año que se cultivó, por lo que se decretó la prohibición de plantarlo y cesó la epidemia.
Para un botánico como él, la tarea encomendada por el monarca tuvo que ser una tentación absorvente. No sólo puso en juego su vasta curiosidad de naturalista, sino que, además, atendió a todos los aspectos físicos y humanos, de las zonas estudiadas. Las "Observaciones" responden literalmente a su complejo título, y carecía de precedentes ni quizá ha tenido paralelos en su ambición, dentro de la Península Ibérica.
Todavía hoy, 200 años después, su trabajo constituye un texto imprescindible para conocer la realidad valenciana. Hay en ellas una masa de información meticulosa, exacta, relativa al marco geográfico, a la flora y la fauna, al fondo social.... que no ha perdido su vigencia. Es también un documento egregio acerca del Reyno de Valencia en un momento histórico excepcional: la culminación del siglo XVIII, que tantos cambios supuso en la vida colectiva desde Benifassa hasta Orihuela.
Cavanilles fue más que un "observador", un extraordinario "facultativo": animoso en los proyectos y sabio en los consejos técnicos. Era un hombre de la ilustración, y su óptica fue suavemente optimista y de un racionalismo claro y eficaz.
En este sentido, el legado que nos dejó es incalculable: sus trabajos abarcan todas las disciplinas técnicas y científicas de la época: botánica, la agronomía, la geología, la hidrología, la medicina, la geografía, la cartografía, la arqueología y muchos de los principales campos de la industria; y carecían ese a ser un seguidor de Linneo, redujo sus 24 clases de plantas a solamente 15 en sus clasificaciones. Estudió asimismo la morfología de las flores y se interesó por la agricultura y las costumbres de su natal Valencia y Alicante.
En 1801 es nombrado director del Real Jardín Botánico de Madrid, en que sustituyó a Casimiro Gómez Ortega, cargo que ejercería hasta su muerte en 1804. Cavanilles reorganizó la institución: sistematizó y acrecentó los herbarios, las colecciones de plantas vivas, semilleros y biblioteca, y gracias a sus numerosos e importantes contactos con científicos internacionales, de la talla de Alexander von Humboldt, Aimé Bonpland y Carl Ludwig Willdenow, el centro adquirió gran relevancia en la escena científica europea.
A su muerte legaría su herbario, dibujos originales, biblioteca y manuscritos al Real Jardín Botánico de Madrid donde actualmente se conservan.
Entre sus discípulos destacan Mariano Lagasca y Segura, quien en 1815 sería nombrado director del Jardín Botánico de Madrid y Simón de Rojas Clemente y Rubio.
Se conserva un retrato al óleo del famoso botánico en el Museo Nacional de Bogotá y, en su honor, una clase sudamericana de duriones por él descrita lleva en nombre de cavanillesia macunda, que dio nombre al famoso pueblo inventado por Gabriel García Márquez, Macondo.
PRIMERAS PALABRAS DE CAVANILLES EN SU LIBRO "OBSERVACIONES SOBRE EL REINO DE VALENCIA"
En la primavera de 1971 empecé á recorrer la España de órden del Rey para exäminar los vegetales que en ella crecen. Creí que podrian ser más útiles mis viages si á las observaciones botánicas añadia otras sobre el reyno mineral, la geografia y agricultura; puesto que apenas teniamos cosa alguna sobre la posición y naturaleza de nuestros montes (...) Atravesé llanuras y barrancos, y subia hasta las cumbres de los miontes en busca de vegetales. de camino exäminaba la naturaleza de las piedras, tierras, fosiles y metales; observaba el orígen y curso de los rios, la distribución de las aguas. En las empinadas cumbres por medio de una brújula tiraba mi meridiana, y luego dirigia la visuál á los puntos más sobresalientes: los picos de las mesetas, las torres de los pueblos, las ermitas, etc (...) Una de mis principales atenciones ha sido el cálculo de la población y de los frutos, por donde se viene en conocimiento así de la calidad del suelo, como de la industria de sus habitantes (...) El Reyno de Valencia está situado entre los grados 37 y 52 minutos, y 40 y 51 minutos de latitud septentrional, y entre los 15 y 17 con 10 minutos de longitud del meridiano de Tenerife. Al este le baña el Mar Mediterráneo esde el rio Cenia, más allá de Vinaroz, hasta la Torre de la Horadada, o confines del reyno de Murcia (...) La superficie entera consta de 838 leguas quadradas de 20 al grado: las 240 con corta diferencia son llanuras ó valles; las restantes son montes (...)
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